“Pocas veces sueño cuando duermo, porque lo hago cuando estoy despierto”

Dicen que para entender el presente, hay que conocer el pasado. El actual Club Náutico Paraná fue el sueño de unos entusiastas amantes del deporte sobre el río. Fue el anhelo, entre otros, de una pieza clave en su gestación: Carlos Martínez Lacabe.

El ex presidente de la entidad, Gustavo Martínez Lacabe, hijo de “El Gallego”, como lo conocían a su papá, dio cuenta cómo vivió durante su infancia aquella gestación del club y el afán que tuvo su progenitor por conseguir lo que tanto deseó.

“Yo tenía 12 años. El obrador del Túnel Subfluvial estaba abandonado. Una vez que finalizó la construcción de esta gran obra que nos une con Santa Fe, no se hizo nada más en el lugar… Nosotros, con mi familia, teníamos los barcos fondeados a la corriente por la zona entre el Paraná Rowing Club y el Club Atlético Estudiantes. Si bien prácticamente nos criamos en Rowing y fue el club de nuestros amores, la institución no nos ofrecía mucha proyección náutica, más que la playa, entonces queríamos ir por más, considerando esta pasión que sentíamos y continuamos sintiendo por el deporte sobre el agua”, relató.

“Recuerdo haber estado navegando a fines de los ’70, por la zona del obrador del Túnel y mi viejo me decía que ahí se iba a hacer el Club Náutico Paraná. Ese fue el sueño de él, un ‘loco’ que con entusiasmo, fanatismo y mucho tesón se propuso armar un proyecto para conseguir esos terrenos abandonados, que estaban donde hoy en día está nuestro club”, expresó el actual titular de la Subcomisión de Monotipos y remarcó: “Ese obrador llevaba casi 11 años sin uso. Era un baldío lleno de tierra donde estaba el terreno y con muchísimos camalotes donde hoy está la caleta”.

DEL DESEO A LA CONCRECIÓN

En aquel entonces, Carlos Martínez Lacabe quería armar algo así como una federación de clubes náuticos o bien, juntar a todos los clubes que tenían actividades deportivas sobre el río en la ciudad para generar algo más fuerte y que se lograra conseguir ese comodato por esas tierras y esa caleta abandonada. Pero eso, lamentablemente no se logró.

Sin embargo, ‘El Gallego’ no se dio por vencido y siguió intentando. Así fue que descubrió que en Buenos Aires estaba la Liga Naval Argentina, una entidad que aún existe.

Dicho organismo estaba conformado por mucha gente de la náutica, militares retirados, personas de la marina y en líneas generales, tenía mucha afinidad el ejército. Su función era fomentar todo lo relacionado a los puertos, ayudar a conocer tratados antárticos y todo lo concerniente al mar y los ríos. Básicamente, desde la entidad se dedicaban a asesorar al Gobierno en cuestiones náuticas.

“Con esa idea cayó mi viejo, que tenía el afán de conformar una sede en Paraná, de esa Liga Naval Argentina. Y, después de mucho esfuerzo, miles de reuniones y viajes solventados por él mismo, lo logró”, indicó. “En esa época, yo estaba en la selección argentina de optimist y entrenaba en Buenos Aires, así que mi papá me llevaba y aprovechaba para realizar gestiones por el Club Náutico Paraná”, dijo.

Fue así que con el impulso de Carlos Martínez Lacabe y el de otros artífices más, se hizo realidad la Liga Naval Argentina con sede en Paraná y se llamó Club Náutico de la Liga Naval Argentina delegación Paraná.

PUSIERON PRIMERA

Luego de tanto esfuerzo, le dieron a la Liga Naval un comodato por cinco años y Carlos Martínez Lacabe fue el delegado. Durante ese lapso se hicieron innumerables obras, como las rampas, el quincho viejo y varios boxes. Del mismo modo se acondicionaron las actuales piscinas, que eran decantadores de materiales, de piedra y arena. Hubo que destaparlas y reedificarlas. Primero se llevó a cabo la obra de una y más tarde la otra.

“Recuerdo que se daban clases de optimist, windsurf y snipe con nuestras embarcaciones. La actividad deportiva fue gestándose de a poco y la institución fue sumando adeptos. Todos los veleros fondeados a la vera del Rowing, se fueron para nuestro club y en la sede se reflejó un cambio rotundo, con más de 40 barcos y algunas lanchas ubicadas en el sector”, rememoró el directivo.

“En esos comienzos no había empleados. Éramos nosotros, los socios, quienes plantábamos los árboles y hacíamos distintas obras. Donde hoy está la gerencia, era la casa del único empleado que meses más tarde tuvo el club. Petric. Allí vivía él con su familia”, añadió.

El comodato inicial tenía diversas condiciones. Entre otras, la de demostrar que el club generaba cosas. Así que mediante un convenio, empezaron a hacer tareas en el lugar los scouts navales, que funcionaban donde ahora están los vestuarios. También se hicieron muchos concursos de pintura y fotografía. Asimismo, hubo diferentes competencias náuticas y demás certámenes de interés.

“Todo eso se fue dando hasta que tuvo lugar en el país el cambio de Gobierno y a partir de la democracia, Liga Naval sonaba muy militar por lo que el nombre pasó a ser Club Náutico Paraná, lográndose al mismo tiempo la independencia de Buenos Aires”, valoró.

En consideración, sentando las bases en los orígenes del CNP, la entidad da cuenta con orgullo de su lema: “Por la práctica, el fomento y la difusión del deporte náutico.

A SOÑAR SE A DICHO…

Carlos Martínez Lacabe, siempre decía: “Pocas veces sueño cuando duermo, porque lo hago cuando estoy despierto”. “Los sueños se hacen realidad. Entonces, soñemos…”, esgrimía.

El actual Club Náutico Paraná, fue el sueño del “Gallego” y su gente, que con muy poco se las arreglaron para emprender una maravillosa institución. La misma que hoy, disfrutan familias, amigos y nautas de la capital entrerriana y toda la República Argentina.

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